Estrenamos un nuevo curso y de nuevo en una situación excepcional, en alerta.
Recordamos con cariño a las familias que han perdido a sus seres queridos y aquellas otras que hayan vivido de cerca la enfermedad y por tanto, momentos difíciles.
Esta situación nos ha de hacer ver lo vulnerables que somos todos y cuánto nos necesitamos los unos a los otros, sabiendo siempre responder con generosidad y sembrando -por el bien común- ESPERANZA.
Contamos con la experiencia del curso anterior y no nos cansaremos de decir que se hicieron las cosas bien por parte de alumnos, familias y personal del centro, docentes y no docentes.
Con los primeros días de septiembre, se llenó el colegio de vida, poniendo punto y final al ritmo relajado del verano. Hay que sacudirse el polvo, el agobio y lanzarse a realizar todo lo que uno sueña, a dar lo mejor de uno mismo. Muchas son las cosas que quedan por hacer, y ahora, al principio, debemos reactivar los proyectos y vivir este nuevo curso con ilusión y ESPERANZA.
Encontraremos como no, zonas llanas y limpias, pero también zonas más accidentadas y difíciles. A menudo tendrás que parar y preguntarte ¿cómo estás?, ¿por dónde vas?, ¿hacia dónde vas?…. Detente un momento, respira hondo, mira. A tu lado siempre hay un algo que te sostiene, un hilo de ESPERANZA.
Poco a poco vamos abriendo la caja de las actividades complementarias y extraescolares, poco a poco va desapareciendo el miedo -que no el respeto-, por esta pandemia que hará que un curso más, tengamos puesta la “dichosa” mascarilla.
Queremos seguir desarrollando nuestros proyectos de aprendizaje: colaboración, cooperación, aprendizaje y servicio, plurilingüismo, digitalización, interioridad, convivencia, participación… Y también queremos seguir educando en el compromiso social, el cuidado del medio ambiente en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el crecimiento en la fe. ¡Ahí es nada!, grandes retos para grandes personas como lo sois todos vosotros, nuestros alumnos.